En APESHIT encontramos a Beyoncé y Jay-Z en el Louvre, en la sala de la Mona Lisa, para ser más puntuales. Quien haya tenido la fortuna de estar en esta sala, sabrá que la autoridad máxima de poder en aquel recinto es ese cuadro de 77 cm por 55 cm y asegurado por cerca de 800 millones de dólares. Aquel cuadro a quien los artistas le dan la espalda en el principio de APESHIT.
El protagonista indiscutible de este video es el Louvre, pero no precisamente por ser el museo de arte más famoso del mundo, sino por ser el set escogido por los Carter para su nuevo éxito. Más allá de la crítica racial evidente en el video, APESHIT es una oda al poder y junto con este, a la libertad. Beyoncé y Jay-Z escogieron el Louvre porque pueden y quieren. Ellos no son visitantes del museo, pertenecen ahí, al reclamar el mismo prestigio que sus residentes inertes. “I can’t believe we made it” canta Beyoncé, al verse como parte de las influencias artísticas occidentales, previamente de protagonismo blanco.
Pero este protagonismo se ve interrumpido por breves apariciones de sujetos de raza negra, como es el caso de los dos esclavos que se encuentran entre las sombras de la gente presente en Las Bodas de Caná de Veronese. Su aparición se da justo en el momento en que la artista canta “All of my people I free ‘em all”, concretando que es aquello por lo que agradecen en la canción, el propósito cumplido de estar en un lugar como el Louvre, llenos del poder y la libertad de los que fueron despojados sus antepasados.
Nada en el video es gratuito, desde el ángel afro descendiente que está afuera del museo al principio, excluido de las cortes celestiales de la cultura por siglos, hasta la aparición del Retrato de una negra de Marie Benoist, como el último inserto del video, y el único cuadro que muestra a una mujer de raza negra libre. Jay-Z se para frente a los agonizantes pasajeros de La Balsa de Medusa mientras que canta habla del caos que ha generado en la industria, y la forma en que ha llegado a levantarse por encima de todos, mientras que Beyoncé se ubica justo debajo de donde está siendo coronada Josefina Bonaparte, atribuyéndose el mismo poder e influencia de la emperatriz francesa.
Aunque estas sean simples teorías, lo que si se puede afirmar es que aquella pareja, de la realeza pop occidental, que protagoniza el video, ha llegado para quedarse. El último plano del video, cuando por fin vemos que se voltean a mirar a la Mona Lisa a los ojos, es el mensaje con el que nos quedamos. No la miran como simples admiradores, la miran como iguales, reclamando su lugar entre los grandes.
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